
Hermanos y hermanas, esta celebración, es una de las más importantes en nuestra vida cristiana, ya que nos lleva a recordar el sacrificio de Jesús en la cruz.
Es un momento íntimo y especial, donde nuestra mente, cuerpo y espíritu, se disponen a la presencia de Dios. Es también, un acto de obediencia y de amor para con nuestro padre.
¿De dónde proviene esta celebración?
La noche antes de ser crucificado, Jesús se reunió con sus discípulos para celebrar la cena de la Pascua. Este acontecimiento, es popularmente conocido como «La última cena».
Mateo 26:26-28 nos indica al respecto:
“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
Y en Lucas 22:19-20 se nos señala:
“Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama”
De esta manera, Jesús estableció este acto para que nos recordemos los unos a los otros, el gran sacrificio que hizo por toda la humanidad.
Hermanos, debemos considerar que el compartir estos símbolos de pan y la copa, nos lleva a la preparación, introspección y reflexión sobre nuestros actos, nuestras actitudes y forma de vida.
Pasar a cenar con Jesús es una señal de comunión, con Dios y con nuestros hermanos.
Respecto de los elementos, el fruto de la vid servido en la copa, simboliza la sangre de Jesús derramada. El pan, representa el cuerpo, herido y entregado en la Cruz.
Jesús es la razón por la que hoy somos salvos. Él se entregó como cordero, para expiarnos por nuestros pecados. Este sacrificio sigue vigente y es el motivo por el que tenemos esperanza de vida eterna, según indica Isaías 53:5 que dice:
«Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.»
Particularmente y como parte de nuestra doctrina, debemos acostumbramos a presentarnos a la Cena del Señor de la mejor manera, considerando que es una instancia de gozo para toda la hermandad.
Si esta es tu primera santa cena, prepárate espiritualmente, para que puedas recibir todo lo que Dios tiene reservado para tu vida en esta reunión especial. Ponte a cuenta con el Señor. Reflexiona en tu vida y entrégale a Dios todas las cosas que te alejan de su presencia. Este es un acto de recordar. Recuerda que eres amado, especial, escogido y que Jesús se entregó por ti en esa cruz.
Si has participado ya de muchas Cenas con el Señor, prepárate espiritualmente. Busca la manera de que ésta sea una cena especial y no una más. Dios siempre quiere algo más de nosotros. Si estas enfermo o pasando alguna aflicción, este puede ser el día en el que Dios haga el milagro o liberación. No te lo pierdas, a veces es necesario luchar por la bendición.
Si has dejado de asistir o participar en la iglesia y sientes que ya no eres parte, no te pierdas esta reunión especial. Jesús siempre te espera. Deja de lado los viejos rencores, los enojos y las cosas pasadas o la vergüenza por un pecado cometido. Jesús ya pagó la deuda y te espera con los brazos abiertos, para recibirte nuevamente.
No te quedes sin pasar a la mesa. Si entiendes el significado del sacrificio, sabrás que todo fue hecho por amor a ti, lo que se expresa en Juan 3:16-17 que dice:
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.»
A continuación una lista de mensajes, acerca de la Santa Cena o Cena del Señor: